¡1, 2, 3 . . . !

Eran las 6 de la tarde y mi madre y yo matábamos el tiempo viendo un programa de moda de Francia.

—¡1, 2, 3…! — grita la presentadora comenzando aquel conteo definitorio levantando efusivamente su dedo pulgar.

Aprovecho aquel momento para comentarle a mi madre que los franceses comienzan a contar con el dedo pulgar. Mis años de estudio de Idiomas Modernos no podían ser en vano.

Mi madre se queda con la mirada fija en la nada y después de jugar torpemente con sus dedos en el aire por un par de segundos me pregunta “¿Y cómo lo hacemos nosotros?”.

—Nosotros solemos empezar con el dedo índice. Contamos a la manera “americana”, enfatizo.

Algo había hecho click en su cabeza. Se apresuró a meter su mano por dentro de su camisa como si estuviera buscando dentro de su pecho un regalo que su futuro dueño aún no puede ver. Saca su mano, la extiende hacia mí con los dedos pulgar e índice entrecruzados y me dice “toma”.

—¿Qué es esto? — le inquieto.

—Mi corazón. Te amo. Esa es la forma de decir “te amo” en coreano.